Requisitos para Matrícula 2021: Nivel Inicial - Nivel primario - Nivel Secundario

IDEARIO EDUCATIVO

PARA LAS INSTITUCIONES ESCOLARES DE LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ORTODOXA DEL PATRIARCADO DE ANTIOQUIA EN ARGENTINA

Preámbulo
La Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía está presente en Argentina con la llegada de los inmigrantes sirio-libaneses en las últimas décadas del siglo XIXº.

Al organizar su nueva vida aquí, nació entre los inmigrantes la necesidad de construir escuelas para transmitir a sus hijos y nietos su idioma materno, sus tradiciones y costumbres, como así también para que estos lugares de educación sean los semilleros donde podrán crecer las vocaciones para el servicio de la Iglesia.

El marco jurídico para realizar dicho emprendimiento fue desarrollado de distintas formas según la localidad; en algunos casos, fue contemplado dentro del estatuto del Centro Ortodoxo de la parroquia, mientras que en otros casos se constituyó una fundación o cooperadora para su administración.

La vida institucional de los establecimientos así conformados conoció diferentes suertes. Algunos cesaron su accionar, pocos cambiaron de administración, mientras que otros siguen funcionando dentro del marco eclesiástico y/o institucional de nuestra Iglesia, tales como el Colegio San Jorge en Junín (Provincia de Buenos Aires), el Colegio San Jorge en Córdoba, el Colegio San Jorge en Rosario (Provincia de Santa Fe), el Colegio Asunción de la Virgen en San Fernando (Provincia de Buenos Aires), y el Jardín de Infantes San Jorge en Pergamino (Provincia de Buenos Aires).

Nuestra Iglesia bendijo esta labor merecedora de todo elogio, y sigue elaborando proyectos para acompañar a cada institución con vías al mejor desempeño de su tarea y gestión.

La necesidad de un nuevo ideario educativo Nuestras instituciones educativas están llamadas a vivir y cumplir su misión en el entorno donde se establecieron. Plantadas en un mundo en constante evolución, son árboles que necesitan crecer en forma armónica.

La evaluación institucional de dichas instituciones educativas realizada y conducida por nuestra Arquidiócesis concluyó con la necesidad de reformular el ideario existente, tomando en cuenta la experiencia pasada como así también las necesidades sociales, ambientales y culturales actuales, así como también los cambios ocurridos.

El carácter específico del testimonio de nuestra Iglesia Nuestra Iglesia tiene la bendición de haber sido fundada por los corifeos de los apóstoles, Pedro y Pablo. La sede histórica de nuestra Iglesia, Antioquía, constituyó la piedra basal de las misiones apostólicas para difundir la Palabra de Dios y la salvación en Cristo a todos los confines. Por otra parte, su testimonio fue único y tan precioso en la historia del cristianismo por lo que el Nuevo Testamento lo conservó para toda comunidad cristiana: “… y los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11:26).

Es así que la vocación de nuestra Iglesia, y por supuesto de las instituciones que funcionan bajo su amparo espiritual, es continuar difundiendo el testimonio de sus fundadores y de aquellos primeros cristianos en el mundo. Para merecer el nombre que tenemos, hemos de velar para que sea una realidad con vigencia de actualidad y no solamente un hecho histórico.

El objetivo general de la educación Nuestras escuelas, como cualquier escuela, tiene la intención de alcanzar los objetivos generales del sistema educativo. Participando en la misión de servicio público, nuestras escuelas están sujetas a los decretos que regulan los distintos niveles de la enseñanza. Pero también disfrutan de la libertad constitucional en cuanto al proyecto educativo, la organización, los programas, el método, etc.

Religiosa o no, la escuela es un lugar de aprendizaje y de ejercicio de la razón. La escuela quiere recibir al niño tal como está ya educado en su familia, considerándolo en su singularidad. Ella lo guía en el acceso a la autonomía, en el ejercicio responsable de la libertad y la convivencia con otros.

Es cierto que la escuela se propone facilitar el desarrollo total de la personalidad del alumno. Desde el nivel maternal hasta el secundario, despierta la personalidad de cada uno a las dimensiones de la humanidad, ya sea en los aspectos físico, intelectual, afectivo, social y espiritual.

La escuela también tiene como objetivo formar al ciudadano, miembro de una comunidad (cultural, religiosa y civil) que no se desarrolla en soledad en el marco de su provincia y de su país, en una sociedad democrática basada en el respeto de los derechos humanos, para que éste se convierta en agente de la vida social, preocupado por la justicia, la paz y la defensa de su patria, participando en la vida comunitaria, en sus dimensiones asociativas y políticas.

El objetivo específico de nuestras instituciones educativas Si bien las escuelas están al servicio de la sociedad y de la juventud, y tienen un objetivo final común: la educación del ser humano, y el hecho de darle la posibilidad de devenir, -al ser pensador de su vida-, actor autónomo de su existencia; sin embargo, el objetivo de esta educación no es idéntico para todas: en un caso, es el ser humano por el ser humano, en una perspectiva inmanente, mientras que en otro caso, es la educación del ser humano para una relación personal con Dios, o sea trascender la vida humana y acceder al orden de la gracia divina.

Por ello, consideramos, que la función de nuestras escuelas se ilumina indudablemente por la luz de nuestra relación con Dios. Como cristianos, la revelación bíblica lo hace en tres aspectos primordiales:

En primer lugar, en lo que corresponde al ser humano, dado que el hombre fue creado a imagen de Dios y que está llamado a ser a Su semejanza. Entre creación y finalidad, aparece un camino que todo ser humano está llamado a recorrer, el de la realización de su plena humanidad, la que consideramos que nuestro Señor Jesucristo iluminó plenamente en su encarnación.

En segundo lugar, en cuanto a la comunidad humana, en que el ser humano es una criatura relacional, cuya humanidad se realiza en relacionarse con el otro -su prójimo-, y con el totalmente Otro -su Creador.

En tercer lugar, en que toda la creación existe por la sola voluntad de Dios, regalo de su amor a nosotros, y que el Creador confió al ser humano conocer todo lo que existe, administrarlo y velar por él, como intendente Suyo.

La aplicación de nuestra visión antropológica en la educación A partir de esta visión del ser humano en su relación con Dios, y en vista de una plena conciencia del don de la vida y de la responsabilidad que implica para cada uno, consideramos que la educación en nuestras escuelas debe apuntar a una formación integral del ser humano, y al desarrollo de sus dones y capacidades a fin de entrar en comunicación:
- con lo que lo trasciende (lo religioso, lo trascendente, la interioridad);
- consigo mismo (para la apropiación de saberes y la adquisición de competencias que le permitan aprender toda su vida, y tener un lugar activo en la vida social, económica y cultural, el sentido de la responsabilidad, la confianza en sí mismo, la creatividad, el gusto por la cultura, la entrega de sí mismo, etc.);
- con los demás (el respeto de la personalidad y las convicciones de cada uno, la solidaridad responsable, la justicia, el amor, el sentido de perdón, la confianza en las posibilidades de cada uno, el respeto por las instituciones, etc.);
- con su entorno (siendo activo responsable del medio ambiente, el descubrimiento de las nuevas tecnologías, la cultura, la práctica de la ciudadanía responsable dando al alumno la capacidad de contribuir al desarrollo de una sociedad democrática, solidaria, institucional etc.).

Educar enseñando y evangelizar educando
Si la finalidad de la educación es fomentar las bases necesarias para la plena realización de la persona humana, creemos como cristianos que la mejor aproximación se encuentra en la persona de Jesucristo, donde las dimensiones descriptas anteriormente se manifiestan plenamente.

Eso es posible por el ejercicio de la “virtud”, que modela la naturaleza humana en la perspectiva de dicha plenitud, la que se encuentra en la realización de los dos mandamientos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37; 39).

Sobre esta base se puede definir lo que sería educar en la perspectiva de un comportamiento, con ciencia, conciente, con todo lo que implica a nivel conceptual (el saber), a nivel de los procedimientos (el saber-hacer), y a nivel del comportamiento (el saber-ser).

Este aprendizaje, -aprendizaje que se inicia en la búsqueda de la verdad, se establece con el discernimiento del bien y del mal, y se arraiga en el ejercicio del amor-, es posible por la “palabra”, es decir la enseñanza, como así también por la “costumbre”, es decir por el ejercicio de lo aprendido. Por la unidad de la palabra y la vida en la perspectiva del verdadero amor a Dios y al prójimo, se logra la integridad del ser humano.

El éxito de la educación sucede cuando, según esta perspectiva, se realiza el pasaje de la actitud de “educar enseñando” a la actitud de “evangelizar educando”. Acceder a tal testimonio significa que:

a nivel personal, la persona afirma su voluntad en la búsqueda de la verdad, su inteligencia en el discernimiento del bien y del mal por el intermedio del desarrollo de un espíritu de razonamiento, análisis y síntesis, el corazón al fomentar los buenos deseos, lo que implica llegar a la verdadera libertad y autonomía. Es saber aprender a aprender. a nivel relacional, social y político, la persona desarrolla un espíritu de entrega, de servicio, de solidaridad, lo cual se actualiza al asumir su responsabilidad y al mantener un espíritu de iniciativa y de creatividad. Es saber aprender a servir y a vivir juntos. a nivel espiritual, la persona sabe superar su propio egoísmo, priorizar el bien de los demás antes que el propio, ser misericordioso más allá de la justicia. Es decir aprender a descubrir un sentido a su propia vida. Es saber aprender a ser.
¿Es posible llegar a que un ciudadano dé su testimonio y aporte característico, propio de la fe cristiana, y más ortodoxa, integrado a la cultura nacional? ¿Y en general, que todos sean comprometidos para la transformación de un mundo más justo, más fraterno y solidario? Ésta es nuestra propuesta.

Propuesta y respeto
El basamento de nuestra escuela es la intuición de que la formación del hombre y el despertar de la fe cristiana forman una unidad: lo que eleva a uno eleva al otro. Nuestra escuela da la bienvenida a aquellos que vienen a ella, les da a conocer su proyecto, para que lo elijan a sabiendas. Si bien no todos son necesariamente de la misma comunidad de fe, todos son invitados por lo menos a compartir los valores que inspiran la acción educativa y formadora de la escuela.

La escuela trata a aquellos que reciben y aceptan su proyecto con el mayor respeto por la libertad de conciencia, sin violentar la libertad religiosa, sin tampoco intentar compulsivamente dirigir al alumno hacia la comunidad cristiana ortodoxa. La enseñanza inscribe su acción dentro de la lógica de servicio público, abriéndose a todos los que aceptan su proyecto; se dirige a la libertad de los jóvenes con una propuesta de fe, a la que se puedan adherir los que lo deseen; respeta a cada uno en sus propias convicciones; sueña mantener al mismo tiempo, la apertura hacia todos y el arraigo en la fe cristiana.

La comunidad escolar
Los objetivos de este proyecto son comunes a toda la comunidad escolar. Cada miembro de dicha comunidad, según su responsabilidad, contribuye a la misma meta. Su tarea común implica una voluntad de comunicación, de consulta y de transparencia. Aporta su propia competencia, pero respeta las competencias de los demás.

Todos se reúnen en torno a este proyecto y proporcionan los medios para evaluar los resultados de su acción. Si bien no todos pueden compartir en su interioridad las convicciones que lo inspira, todos respetan a éste y aceptan que se desarrolle. Para seguir juntos una acción coherente, se dedican con todo su corazón a vivir, en sus palabras, actitudes y modos de relacionarse, con el espíritu que anima este proyecto.

Los alumnos son los actores de su propia formación, quienes, con la ayuda de sus maestros, construyen y formulan poco a poco su proyecto personal.
Las familias están bien informadas de este proyecto y se les invita a apoyarlo y participar en él. Los padres son los primeros educadores de sus hijos. La escuela no puede tener éxito en la realización de su tarea sin los padres, tampoco ellos podrán tener éxito sin ella.
Los miembros del personal docente, en sus respectivas funciones, son los profesionales de la escuela. Colaboran lealmente con el proyecto de acuerdo a la tarea específica de cada uno. Aportan el saber y el saber-hacer en el control de los aprendizajes y en la práctica cotidiana común.
Un equipo pastoral animará el proyecto cristiano ortodoxo de la escuela, velando para mantener vivo el recuerdo cristiano como un evento siempre presente. El equipo contará con el apoyo activo de toda la comunidad educativa y parroquial
La dirección lo promueve; anima el proyecto educativo para que se haga realidad en su escuela, generando para tal fin, día a día, los recursos tanto humanos como materiales para lograrlo. El personal administrativo y los trabajadores también contribuyen al bienestar y al buen funcionamiento de la institución. Los representantes legales son los responsables de esta misión.
Hacia un proyecto de establecimiento educativo En todas nuestras instituciones se pueden reconocer los rasgos comunes en el doble aspecto de su misión social y evangélica. Cada una de ellas velará por su realización en un proyecto de establecimiento educativo, según la población escolar que recibe y según su entorno. Lo hará mediante la participación de todos los socios de la comunidad escolar local. Dará a conocer a todos todo lo que ella es, cuáles son los objetivos que persigue y los métodos que implementa en su accionar.

PROYECTOS ESCOLARES

Salidas, viajes, visitas a la escuela y mucho más...